La historia de la primera pastelería boutique en Córdoba

Esta pastelería boutique en Córdoba capital es como una puerta al mundo: cuando el cliente la abre, se encuentra con olores y sabores que lo hacen viajar a París, Nueva York o cualquier parte del mundo.

Analía Romero es Analista en Sistemas y gran parte de su vida la pasó dando clases en escuelas. Cuando nacieron sus hijos, se alejó de la profesión y decidió apostar por su hobby: la pastelería.

Hace más de 10 años que me dedico a esto. La necesidad de hacer algo, sumada a la influencia de mi mamá que le gustaba la pastelería fue lo que me empujó.

Ella, su hermana melliza y su mamá cumplen años el mismo día. Las celebraciones eran grandes y las tortas protagonistas. Ese recuerdo se cuela en su memoria cada vez que pone algo a hornear.

Me arriesgué. Mi mamá me dio un empujón fundamental. Empecé con una torta para un amigo y, desde ahí, no paré más.

Ana se anotó en la carrera de pastelería y se recibió en 2013. Con título en mano, instaló su emprendimiento en el garage de su casa. Los pedidos empezaron a crecer y se mudó a una casa más grande.

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Su lugar en el mundo

Después de 7 años de trabajar en ese lugar, decidió arriesgarse y abrir sus puertas al público. 

Hace 3 años, una noche caminando por el barrio, vi el local y dije: 'Este es el lugar a donde quiero abrir la pastelería'.

Y realmente el lugar es mágico. No solo por su entorno -tiene veredas anchas y dos árboles tupidos-, sino también por la decoración y los detalles de cada rincón. Está en Javier López 1046, a unas cuadras del Parque de las Naciones, pero lejos de las grandes avenidas.

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Allí no solo se pueden comprar tortas, macarrones, alfajores de almendras, sino también observar algunas de las obras de arte de Anna Salas Pastelería como dip cakes o tortas infantiles con formas extravagantes.

Los macarrones, una especialidad de la casa

"Mientras estudiaba, empecé a ver en las redes estos alfajorcitos de colores. No los conocía nadie. Empecé a estudiarlos y fui la primera que los hizo", contó.

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Como en cada una de sus creaciones, Ana pasó por todas: desde probar y que no salieran, hasta tirar preparaciones enteras. Hoy no tienen nada que envidiarles a los parisinos: se deshacen en la boca con sabores como pistacho, los frutos rojos, chocolate blanco, mango, entre otros.

Los detalles nos importan y tenemos un estilo marcado. Nos lleva mucha vida, tanto a mí como a mi familia.

Un trabajo compartido

Analía Romero no trabaja sola en su pastelería. Hace unos años que su marido, Adrián Haehnel, decidió dejar su trabajo en una empresa importante para acompañarla en esta aventura.

Él se encarga de tomar los pedidos, responder mensajes, atender el teléfono y gestionar las entregas. 

Desde diciembre estamos juntos acá. Trabajamos prácticamente todos los días y hoy él sabe de qué es cada alfajor, los rellenos, cuánto pesa una torta. 

A esa comunión también se sumó una de las hijas de Ana -que también se llama de esa manera- y es el motivo por el cual el nombre de la pastelería es con dos letras "n".

"Salas es por el apellido de mi madre que fue un gran empujón y pastelería boutique es porque todo lo que hacemos es personalizado", contó.

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Encargos: al 351 5918981 o vía Instagram. También se pueden hacer compras por la web de la pastelería.

Horarios: lunes de 9 a13, de martes a sábado, de 9 a 13:30 y de 17 a 19:30. Los domingos realizan entregas en toda la ciudad.

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