El histórico bar porteño que frecuentaba Carlos Gardel

Por Micaela Rodríguez. 

En la esquina de Rivadavia y Rincón, en el barrio porteño de Congreso, se encuentra ubicado uno de los bares más tradicionales de Buenos Aires: Café de los Angelitos. En realidad se llamaba “Bar Rivadavia”, pero con el tiempo fue rebautizado por el nombre que recibía por parte de la policía y los vecinos, cansados de las peleas que se producían en el lugar, ante la presencia de rufianes y malvivientes.

Con el tiempo, y tras la construcción del Congreso, llegaron los políticos -sobre todo socialistas y radicales- y pensadores de la época. Payadores y cantores también dijeron presente. El tema “Café de los Angelitos”, con música de José Razzano y letra de Cátulo Castillo, es un claro ejemplo del paso de grandes músicos tangueros por este bar.

“Es una propuesta cultural y arquitectónica muy interesante. Acá firmó Gardel su contrato discográfico y pasaron muchos artistas. Mantenemos la tradición, tanto los que trabajamos como los que pasan por el café todos los días”, cuenta Natalia Aguirre, empleada del Café de los Angelitos.

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Carlos Gardel, que vivía en el mismo barrio, era un asiduo cliente. Cuentan que celebraba con pucheros sus victorias y que llegaba a cenar en horas de la madrugada. En el ingreso al “Café de los Angelitos”, se puede leer: “Usted está donde paraba Gardel, porteños desde 1890 y tangueros desde siempre”.

En la actualidad el bar conserva el ambiente del siglo XX, con grandes ventanales, pisos de mosaicos originales de 1890 y la mística intacta. En las paredes cuelgan más de 350 fotografías de grandes figuras que pasaron por este bar histórico. También hay un salón con dos niveles para poder disfrutar de las famosas cenas con show de tango, de jueves a domingos.

“Tenemos una cena show de tango, es un menú de tres pasos con entrada, plato principal y postre. Primero la cena y después el show. Hay seis parejas de baile, dos cantantes y una orquesta de seis integrantes en vivo”, destaca Natalia.

Los precios para desayunar o merendar en este bar notable, son accesibles. Un café con leche con dos medialunas –que viene con un terrón de azúcar de cortesía- sale 360 pesos. Un café en pocillo, 200 pesos; mientras que un desayuno americano con infusión a elección, huevos revueltos, panceta, dos tostadas, medialuna y copa de jugo de naranja, cuesta 920 pesos.

Con una decoración sobria y elegante, este bar forma parte de la historia y es un uno de los cafés más populares de Buenos Aires. Un paso obligado turísticamente y un sitio de referencia para vivir de cerca, parte la historia y cultura argentina.

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